El superlativo se construye generalmente con el adverbio muy o el sufijo –ísimo. Pero, para algunos adjetivos, hay otra forma, menos frecuente, que proviene directamente del latín: el sufijo –érrimo, muy útil si queremos darle un toque pedante a nuestras conversaciones. Pero, si lo que se quiere es hablar correctamente, lo mejor es usar sólo estos diez:
- acérrimo, de acre (!)
- aspérrimo, de áspero
- celebérrimo, de célebre
- integérrimo, de íntegro
- libérrimo, de libre
- misérrimo, de mísero
- nigérrimo, de negro
- paupérrimo, de pobre
- pulquérrimo, de pulcro
- salubérrimo, de salubre
- ubérrimo, de útil
El más curioso de todos es acérrimo. ¿Quién iba a decir que proviene de la palabra acre? Y, por cierto, ¿Alguien lo habrá usado alguna vez fuera de la expresión enemigo acérrimo?
El Diccionario Panhispánico de Dudas nos recuerda que: “junto a esta forma, algunos tienen también un superlativo en -ísimo creado sobre la forma española del adjetivo, como asperísimo, negrísimo, pobrísimo y pulcrísimo, igualmente válidos y aceptados en la norma culta; en otros casos, solo existe una forma (libérrimo, no existe librísimo) o solo se admite una de ellas en la norma culta (misérrimo, miserísimo)”.
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